EL GRECO

Doménico Theotocopoulos “El Greco”, fue de origen griego, nació en Candía (Creta) en 1540 y falleció en Toledo en 1614.

Toledo, se convirtió para El Greco en su nueva patria, donde se le admiraba y respetaba intelectualmente. Muy pronto, se convirtió en el pintor  más solicitado y eminente de la ciudad, en la cual realizó numerosos encargos, aunque también tuvo grandes problemas, sobre todo con la clientela eclesiástica, que tenía importante poder, tanto económico como en el trabajo de los artistas y eran  muy diferentes a los eclesiásticos que él había tratado en Italia.

Su estilo se mantuvo  intacto, alejado de las influencias de otros artistas y escuelas. El Greco, en su alucinado expresionismo, crea cuerpos que se elevan, manos alargadas, presenta anomalías que no se explican pero que conmueven. Alarga las figuras y las contorsiona, falsea las proporciones y hace lo que quiere con el color . En su obra, traduce la vida de su propio espíritu, se ha discutido mucho sobre si su arte es español o no, pero lo cierto, es que en España es donde encontró el lugar propicio para concretarlo. Las obras que el Greco pintó en Toledo, le convierten en uno de los más grandes pintores del mundo.