MURILLO

Bartolomé Esteban Murillo  nació en Sevilla en 1617 y murió en 1682 en Cádiz.

Murillo, aprende y se forma en Sevilla, ciudad que prácticamente no abandona durante su vida. Las obras de tipo religioso, domésticas y sencillas, que tanto plasmó en sus lienzos, le hicieron popular. Fue un pintor de fama temprana y sus cuadros alcanzaron gran cotización en España y el extranjero durante el siglo XVIII. A Murillo , no se le definía, se le sentía y  así se vio su obra durante mucho tiempo. Historiadores y críticos lo comparaban con Rafael y los grandes maestros de todas las épocas. Los coleccionistas de origen flamenco u holandés, además de obras religiosas, le encargaron otras de tema profano, con escenas de niños en la calle,  que reflejaban la realidad de una ciudad en la que la mendicidad  y la pobreza era algo cotidiano. La capacidad  de Murillo para  recrear a la Inmaculada Concepción o  a la Virgen con el Niño , cada vez que los pintaba, le convirtieron en un especialista en el tema. Su delicadeza, su gracia y su dulzura, son valores que nos hacen  recurrir a los sentimientos y las sensaciones para la comprensión de su pintura.

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